MIRADOR ENTORNO DE LAS CUEVAS DE VELASCO

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Mirador en Cuevas de Velasco (Cuevas de Velasco):

Este mirador de la Red de Miradores de La Alcarria Conquense está situado dentro del casco urbano de la localidad de Cuevas de Velasco, invitando al visitante a observar desde lo alto el valle del río Mayor. A continuación, encontrarás más información sobre este territorio, datos y curiosidades que enriquecerán tu visita por La Alcarria Conquense.

 

Lavadero octogonal y pilón

Si las piedras hablaran…

En este panel de la Red de Miradores de La Alcarria Conquense se puede leer que el lavadero oc-togonal es un elemento patrimonial de gran importancia en este pueblo (Imagen 2).  Y es que cuando viajas por primera vez a Cuevas de Velasco y lo descubres, es imposible evitar el impacto que genera su visión. Su sola presencia en este entorno natural y rural ensalza su valor y lo convierte en un espacio único de la Alcarria. Y es que este lavadero, al que muchas fuentes atribuyen un origen romano muy cuestionable, es una de las construcciones más originales y atípicas que podemos encontrar dentro de esta bella comarca. Se desconoce su fecha de construcción, pero podemos encontrar referencias al mismo ya en el siglo XVII en los archivos parroquiales de la Iglesia de Ntra. Señora de la Asunción (Cuevas de Velasco). Lo construyeron con sillares de arenisca y, tal y como puedes ver en la imagen, se dispusieron de forma octogonal, una especie de licencia artística que se permitió el maestro artesano que lo diseñó y del que se desconoce su identidad.

Previamente a su llegada al lavadero, el agua llenaba un pilón adosado a uno sus lados y que servía de abrevadero para los animales. Este conjunto arquitectónico se realizó para el aprovechamiento del agua de un manantial situado en un paraje de su entorno cercano. Son aguas consideradas “salobres” (como las de todos los manantiales del pueblo), con alto contenido en sales, no aptas para el consumo humano, pero sí para consumo animal u otros usos como el lavado de ropa, una tarea que llevaban a cabo las mujeres. Ellas eran las que realizaban las principales labores domésticas dentro del entorno familiar.

Este tipo de lavaderos públicos, en entonos rurales, constituían no sólo un simple lugar para el desempeño de un trabajo cotidiano como es lavar la ropa, sino que se convertían en un punto de encuentro, un foco de vida y cultura que surgían alrededor del agua en el desempeño de un trabajo que exigía mucho esfuerzo, pero poca concentración y que, por tanto, permitía a las mujeres rurales compartir sus experiencias diarias y sus conocimientos.

Si las piedras hablaran, nos contarían la vida de esas mujeres que se arrodillaban y se apoyaban en ellas para golpear fuertemente la ropa y eliminar cualquier rastro de suciedad. Nos contarían sus alegrías y sus miserias, sus cantares populares, y nos transportarían a otro tiempo, no sabemos si peor o mejor, pero sin duda otro tiempo en el que los pueblos estaba más vivos.

 

Repoblación forestal

El criticado (o polémico) uso del pino

Al asomarnos a este mirador situado en lo alto del pueblo de Cuevas de Velasco, contemplamos un horizonte paisajístico típico de la comarca conquense alcarreña. En la zona baja y central, que corresponde con la vega del río Mayor de Cuevas de Velasco, se observan campos de cultivo destinados a cereal y girasol. Pero si alzamos un poco la mirada a ambos lados del valle, el paisaje cambia por completo y comienzan a aparecer las especies arbóreas que cubren las laderas y las pintan de verde durante todo el año por su carácter perennifolio. Se pueden apreciar a simple vista las hileras de árboles que dibujan a la perfección las curvas de nivel de estas elevaciones (ver imagen). Estas “hileras” nos dan una pista de su procedencia: no han crecido de forma espontánea en el terreno, sino que son el resultado de una repoblación forestal llevada a cabo durante el siglo XX. En el panel informativo situado en este mirador podemos leer que estas repoblaciones se plantearon como “una solución eficaz para combatir la erosión y la pérdida de suelo”.

Históricamente, ha habido una regresión de los bosques a favor de las tierras de cultivo. La última producida en España fue en 1855 con la denominada “desamortización de Madoz” (ministro de Hacienda durante la monarquía de Isabel II) que supuso la venta de la mayoría de los montes públicos. Por ello, la superficie forestal pública se redujo en aquel entonces hasta dos tercios. El suelo desprovisto de masa forestal se erosiona con mayor facilidad y se empobrece al perder su riqueza orgánica (situada en la parte más superficial). Por ello, tanto el Patrimonio Forestal del Estado a principios de 1940 como el antiguo Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA) desde el 1972, se ocuparon de buscar una solución eficaz para la restauración de la vegetación en los montes degradados: la repoblación forestal usando distintas especies de pino (Pinus pinaster, Pinus sylvestris, Pinus halepensis, Pinus nigra, Pinus pinea, Pinus radiata, Pinus canariensis y Pinus uncinata).

Pero...Os estaréis preguntando ¿cuál es el origen de la polémica? Esta solución, en realidad, ha sido muy discutida en el siglo XXI, por considerarse un “abuso” el uso de estas y otras coníferas (cubrieron casi el 90% de la superficie repoblada) en detrimento de las especies vegetales más ligadas históricamente a nuestra tierra, como la encina o el quejigo (sólo cubrieron el 1%). Estas actuaciones sustituyeron, desafortunadamente, los bosques de especies frondosas (de crecimiento muy lento) por bosques de especies de crecimiento rápido (con el objetivo de frenar cuanto antes el deterioro del suelo). En realidad, la elección del pino se justificó por considerarse una especie excelente para restaurar, frenar la erosión y colonizar terrenos secos y pobres. Hoy en día, los resultados no son los esperados. Si bien han conseguido formar una cubierta forestal, no han contribuido, por ejemplo, al desarrollo de la biodiversidad vegetal del ecosistema e, incluso, se convierten en transmisores del fuego en caso de incendio. Opiniones aparte, hoy en día estos pinos están integrados en el paisaje y conviven naturalmente con su entorno (Imagen 3).  

 

Las cuevas del vino

Las fresqueras del medievo

En el recorrido de la Red de Miradores de La Alcarria Conquense podemos encontrar un elemento arquitectónico típico y común a muchos de sus pueblos: las cuevas del vino (Imagen 4). Las más representativas y numerosas las podemos encontrar en las localidades de Torralba, Albalate de las Nogueras, Villar de Domingo García y, cómo no, en Cuevas de Velasco, cuyo nombre hace ya alu-sión a las mismas (ver imagen). Esta localidad se emplaza sobre un resalte topográfico en forma de mesa o paramera, de modo que su conjunto de cuevas se concentra a lo largo de la ladera de esta elevación. El material que conforma el terreno es blando (areniscas, arcillas y margas), lo que permitió a los antiguos habitantes de la zona excavar por sí mismos la ladera a modo de túnel y conformar así las cuevas, un espacio único para la elaboración del vino.

Su origen medieval delata la importancia del cultivo de la vid en la época y de la elaboración arte-sanal del vino. En ellas no sólo se conservaba el vino en tinajas durante todo el año, sino que su temperatura constante las convertía en un lugar idóneo para conservar alimentos, por lo que hacían las veces de fresqueras a falta de espacios similares (en cuanto a temperatura y humedad) en las viviendas. Las cuevas eran un legado familiar que pasaba de padres a hijos y de generación en generación, a lo largo de toda la comarca conquense alcarreña se cuentan por cientos.

Antiguamente todas en uso, hoy en día una gran parte de ellas están hundidas. La razón de su deterioro se debe a su abandono por diversas causas como la desaparición drástica del cultivo de la vid a causa de la “filoxera” (una plaga que arrasó las vides europeas a finales del siglo XIX) y por el éxodo masivo de población de los pueblos a las ciudades. Hoy en día, muchas de las cuevas están rehabilitadas y son protagonistas en días de fiesta en los pueblos de la Alcarria, habiéndose convertido en espacios centenarios de reunión y encuentro para compartir en familia y con amigos.

 

La Carrasquilla

Un lugar para el “Sí, quiero”

A lo largo del tiempo, el paisaje vegetal se ha ido modificando no sólo como consecuencia de los cambios en el clima sino también por la estrecha convivencia del hombre con su entorno, que lo ha modificado para su aprovechamiento económico. En los períodos históricos, el aumento de las poblaciones humanas unido a la evolución tecnológica, estaban estrechamente ligados al aumen-to de la degradación del medio, y el paisaje alcarreño es un claro ejemplo de ello.

Si pudiéramos retroceder unos cientos de años atrás, contados desde el día de hoy, podríamos contemplar un paisaje típico de la comarca de la Alcarria con encinares extensos que cubrían el terreno. La encina (Quercus ilex) y quejigo (Quercus faginea) eran las especies vegetales protago-nistas. Pero hoy en día, tal y como podemos leer en el panel informativo de este mirador, éstos “relictos robledales de quejigo” conviven en menor número con otras especies como pinos (que provienen de repoblaciones forestales), olivos o almendros. Los encinares fueron objeto de cortas continuas para poder aumentar progresivamente las hectáreas destinadas a la agricultura y para aprovechar su calorífica madera.

Pero, por suerte, uno de esos ejemplares antiguos ha sobrevivido al paso del tiempo y a la acción humana: hablamos de La Carrasquilla (Imagen 5), nombre popular que los “covacheros” (gentilicio con el que se conoce popularmente a los habitantes de Cuevas de Velasco) dieron a esta encina centenaria que habita en las inmediaciones del casco urbano de Cuevas de Velasco (ver imagen y mapa de situación para visitarla desde este mirador). Este histórico elemento natural es tan apreciado en su entorno que desde hace unos años los vecinos del pueblo lo han puesto en valor convirtiéndola en escenario natural para sus celebraciones de boda. Por ello, La Carrasquilla no sólo es testigo del paso del tiempo en la vega, sino que atestigua el amor que se profesan las parejas que eligen sus verdes hojas para darse el “Sí, quiero”. No te pierdas el paseo hasta La Carrasquilla (Imagen 6): desde este mirador apenas te separan de ella unos 570 m.

 

Historia de Cuevas de Velasco

“Nido de águilas”

La localidad de Cuevas de Velasco pertenece al municipio alcarreño de Villar y Velasco. Geográfi-camente limita con 4 localidades: al norte con La Ventosa, al sur con Villar del Maestre, al este con Villar del Saz de Navalón y al oeste con Castillejo del Romeral. Geológicamente se ubica en una “depresión intermedia” entre la Sierra de Altomira y la Serranía de Cuenca. A sus pies discurre el río Mayor de Cuevas de Velasco (denominado río Cuevas en textos antiguos), afluente del río Mayo, ambos pertenecientes a la Cuenca del Tajo. A mediados del siglo XX era habitual durante la época estival embalsar las aguas de su cauce tanto para el riego de las huertas situadas en la vega como para el disfrute de los vecinos del pueblo que podían darse un refrescante baño.

Gracias a los descubrimientos arqueológicos hallados en el valle, se sabe que ya hubo asenta-mientos en esta zona de la Alcarria desde el Paleolítico. La historia del pueblo nos relata que anti-guamente se denominaba “Cuevas de Cañatazor”, nombre que, muy probablemente, derivó de un desplazamiento poblacional desde la localidad soriana de Calatañazor a tierras alcarreñas, ya que por aquel entonces ambas provincias eran limítrofes. No es hasta principios del siglo XVI cuando recibe su nombre actual al tomar posesión de sus tierras el Marqués de Velasco. La arquitectura popular alcarreña puede verse fielmente representada en sus edificios, por lo que reco-rrer sus calles te remonta fielmente a tiempos pasados. La Casa de la Inquisición, la Casa de los Ballesteros, los Tanín, los Gascueña o la imponente Iglesia de Ntra. Sra. de La Asunción (declarada Bien de Interés Cultural en 2013) son claros ejemplos.

El sustento económico de esta localidad se ha centrado históricamente en la agricultura y la ganadería. A mediados del siglo XIX llegaron a existir hasta 12 telares para la confección de “lienzos inferiores”, que eran mantas rústicas, y otro tipo de tejidos considerados “vastos” o toscos. También existieron tejares, molinos de trigo y una almazara para la extracción de aceite, de los que hoy en día no queda vestigio alguno.

De lo que no cabe duda es de la belleza de este pueblo alcarreño que, tal y como ves en la imagen, está  encaramado en lo alto del cerro, cual “nido de águilas”, como se puede leer en el contenido del panel informativo situado en este mirador. Esta es otra similitud con el anteriormente nombrado pueblo de Calatañazor (Soria), de origen árabe (Qalat al Nasur) cuyo nombre significa “Castillo de las águilas” (Imagen 7). ¿Se inspiraría George R. R. Martin en este nombre para deno-minar uno de los reinos en su brillante novela Juego de Tronos?

 

No te puedes marchar sin saber que…:

Uno de los vecinos de Cuevas de Velasco que más cariño profesó a su tierra fue Antonio Ballesteros Collado (1929-2024). Antonio dedicó buena parte de su vida a investigar y recopilar “las historias” y las formas de vida del pueblo (costumbres, folklore, historia, festejos, etc.) y a darlas a conocer a través de diversas publicaciones. También fue buen amante de la botánica, de modo que a lo largo de su vida acumuló una importante colección de las especies vegetales medicinales que crecían en el término municipal (Imagen 8). Las vivencias y conocimientos de los pueblos pasan de boca a boca y de generación en generación, y muchas de ellas se pierden cuando ya no hay nadie que escuche. Antonio, no quiso que esto le ocurriese a su pueblo, y a él le debemos que hoy podamos conocer tanto sobre Cuevas de Velasco. ¡Gracias Antonio!

 

Para saber más:

Ballesteros, A. (1980). Historia de las Cuevas de Velasco. Edición propia.
Ballesteros, A. (2019). Biografía en verso, poemas, folklore de Cuevas de Velasco. Eurográficas Gráficas y Papelería S. L. L.
Urbanos Tomico, S. (2017). Diccionario de Cuevas de Velasco. UNO Editorial.
García Grinda, J. L. (2005). Arquitectura popular de La Alcarria Conquense. CEDER Alcarria Conquense. Delegación de Cuenca del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha.
Domínguez Solera, S., Muñoz, M. (2014). El paleolítico inferior y medio en La Alcarria Conquense. Diputación Provincial de Cuenca.
CEDER Alcarria Conquense. (2006). Guía del patrimonio de La Alcarria Conquense.: pueblo a pueblo. Cuenca. CEDER Alcarria Conquense.
CEDER Alcarria Conquense. Portal web con información turística para visitar Cuevas de Velasco.
Blog independiente de Cuevas de Velasco.

 

 

 

Mapa

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